Uno comprende el maniqueísmo acérrimo tan característico e inescindible a la argentinidad; el Boca-River constante, traspolado a todos los ámbitos de la vida. Y en ese marco, más simple se nos hace poder comprender, aunque no necesariamente participar de ellas, las posturas excesivas, casi fanáticas, tanto de los defensores como de los detractores de cada dogma.
El fútbol y la política son los dos ejemplos más claros donde podemos encontrar esta situación. Boca y el Peronismo, los principales exponentes de esta polarización que acaricia la patología con erotismo. La fanatización no sólo pretende perdurar en el tiempo trascendiendo los límites de la realidad, sino también crecer en número y forma para continuar el proceso de aplastamiento sobre el eterno rival, sea cual fuese -y que, por complemento, es su única fuente de exsistencia-. Por eso las estrategias de difusión, adquisición y fidelización de nuevos "miembros" de sendos dogmas, se actualizan y crecen con el tiempo.
La revolución tecnológica dio lugar a la mas anárquica expresión de la que el mundo había sido testigo; todos pueden alzar su voz en la web, para hacer propaganda sobre ese ícono que debe mantenerse en el tiempo como objeto de deseo, aspiracional de masas y tribunas, por los siglos de los siglos. Pero digo yo, me pregunto, cuestiono, indago, dudo, lloro de risa y de lástima... ¿Hasta qué punto se justifica la existencia de LA PERONÓSFERA?
Creo, en mi humilde opinión, que esto se fue al carajo.
Pobre General, tan vejado por el tiempo...
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