expectantes, inertes.
Vestigios de recuerdo,
trozos de alma resquebrajada
y ausente
en la madeja de despojos que condena a un padre,
la impunidad.
Cincuenta y uno de un triunfo
tan ajeno como propio,
de una Manila rebosante del fulgor
y la algarabía, los bailes y disparos
de las columnas vertebrales
e insurgentes
del nuevo continente.
Dos mil diez de un mesías
parcial, de muchos
o pocos,
pero encarnándose en la historia
oficial, de los libros y los años,
y la esperanza,
y las muertes. Y el mañana.
Y los gorriones, batiendo sus alas
entre decesos e incursiones heróicas,
cleptos, Marx y teos varios,
picotearon lombrices en su nido
con el temor de los mediocres
a lo desconocido.
Los halcones hacían la historia
mientras cobardes aves migratorias,
mercenarias, la escribían.
Los gorriones, tantos, contemplaban,
y cantaban y batían
y se amaban
y perdían. Y lloraban.
¿Y qué pasaría, Mario,
si sólo aves encarnásemos,
sin importar la especie,
el color,
el estoicismo genético,
la debilidad natural?
Seríamos cuento, tal vez,
poesía y destello azul.
Paraísos a domicilio, la
sorpresa terca de la constancia.
Y volaríamos junto a las hadas,
mientras el analfabeto
muere de hambre, a la izquierda
de la segunda estrella,
olvidada por aquellos que sólo
viran a la derecha, hacia el amanecer.
Que el poeta escriba esas palabras
que deslizan una pluma zigzagueante
y suave
por la espalda desnuda, que espera certera
el disparo del verdugo.
Y los cantores resquebrajen
el alma, con sus versos imposibles,
la más vera expectación.
Que los gorriones silben,
y se abracen y se amen
enarbolando sueños en el éter
del solsticio de la pasión.
Y el halcón, se mire al espejo,
y reconozca, sin vergüenza,
el aleteo tímido de su mariposa interior,
el arcoiris que en su retina arde,
el espectro que devuelve el prisma del mundo
y su centella de revolución.
Y al fin, que todos levanten la copa,
y viajen al futuro para mirar atrás y
seguir viendo mañana;
que lancen un disparo a la memoria
para inmortalizarla,
y en un estallido de cristal
brote la carcajada del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario