miércoles, 27 de julio de 2011

DCXXXIV | La Fiesta de la Democracia (2)

Buenos Aires: dos caras de una misma moneda*

En ese contexto de descreimiento institucional, el 10 de junio que pasó, llegamos a la votación para Jefe de Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires. Macri, Filmus, Solanas, Estenssoro, Giudici, Telerman, entre otros, apelaron al sufragio para ocupar, durante cuatro años, la estratégica oficina de Avenida de Mayo al 500.

Muchos amigos me han confesado que en la pasada elección porteña votarían "para que pierda" un candidato; otros para "defender un modelo", y algunos más para "ganarle a unos y otros". Puro revanchismo. Sólo uno o dos tuvieron la convicción de reivindicar valores, aunque no alimentasen un verdadero ‘poder gobernar’. Votar al menos malo debilita a la democracia, la hace boba, naif y fraudulenta.

¿Qué decir del 25% que no asistió a las urnas o impugnó su voto? Tal vez sea simplemente que nadie transfirió su voluntad a un candidato específico por no sentirse representado –más allá de la infinita cantidad de opciones–. Quizás evoque una enorme frustración en las estructuras democráticas y las instituciones nacionales o municipales. Pero hay alguna chance de que, en realidad, más allá de los matices que cada candidato esgrimió, todos respondan al mismo concepto global de desarrollo y participación ciudadana.

No digo con esto que la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) de Macri responda a los mismos intereses que La Cámpora que “apoya” a Filmus; lejos estoy de creerlo. Pero así como la UCEP echa a patadas y palazos –literalmente, por desgracia, o más bien por obra y gracia de...–, la mencionada agrupación kirchnerista echó agresivamente a los integrantes de la comunidad Qom La Primavera de su acampe en Avenida de Mayo y 9 de Julio, cuando reclamaban tierra y justicia por un compañero muerto en la represión de la policía formoseña a cargo del gobernador Gildo Insfrán, allegado de la Rosada.

Sorprende también la connivencia con las empresas de recolección de residuos que tuvo el actual jefe de Gobierno en cuanto al pliego de residuos sólidos urbanos –que aumentaron su enterramiento en los rellenos de la provincia en más del 14%, mientras que deberían haberse disminuido en un 30% para 2010, respecto a los niveles de 2004–, así como las concesiones, el denunciado tráfico de influencias, y las férreas defensas que realiza el Ejecutivo Nacional hacia la empresa Barrick Gold, para que siga extrayendo oro y plata de la Cordillera de los Andes sin respetar legislación alguna de protección ambiental, y echando a dos subsecretarios de Ingresos Públicos por negarse a firmar un acuerdo de tributación diferenciada para la extracción de los minerales en Chile y Argentina.

Volviendo a la Ciudad, no creo que Filmus responda a la lógica del kirchnerismo en su estado más puro, lo considero mucho más racional e independiente que el Pachano de 678, Orlando Barone; más allá de su tozudez en colocar por acción u omisión a Aníbal Ibarra –sí, el que fue destituido tras la masacre de Cromañón– como legislador. Pero obedezco a la campaña electoral, y tengo que creer que “Filmus es Cristina”, y hago de su candidatura un todo Nac&Pop. Más allá de las críticas, sería injusto no reconocer que muchas de las medidas impulsadas por el oficialismo nacional me parezcan correctas. Creo que el “modelo” existe, pero que el entramado que lo subyace, si bien no es idéntico a las estructuras tradicionales de un modelo neoliberal, es cercano a un totalitarismo de Estado que no es beneficioso para nadie.

Celebro y creo en la Asignación Universal por Hijo –aunque fuese propuesta inicialmente por la Coalición Cívica y no por el kirchnerismo–, la Ley de Salud Mental, la nacionalización de las AFJP, las regulaciones a las prepagas, la re-estatización de Aerolíneas Argentinas y los Embraer –la nueva flota de la empresa estatal– que me llenan de orgullo, la Ley de Medios, la Ley de Matrimonio Igualitario, e incluso en el programa Conectar Igualdad. Veo y disfruto la democratización del deporte y el Fútbol para Todos; me entusiasmo con los contenidos, aunque sesgados y discrecionales, de la TV Pública y su “subsidiario” canal Encuentro, así como las varias y muy buenas producciones cinematográficas de la industria nacional. No olvido el impulso a lo que comenzó a ser el cierre de una herida que parecía eternamente abierta: la reapertura de los juicios a los responsables del genocidio setentista, el hecho simbólico de “descolgar” a Videla de la lúgubre ESMA, ni tampoco el proyecto para la investigación de la apropiación de Papel Prensa y el acoso a los Gravier para que “regalen” la empresa el imperio mediático que hoy es Clarín.

Sin embargo hay algo en la estructura de tanto acuerdo que no me cierra. Algo que me retumba adentro y que es pensar en el destino que nos depara si nos convertimos en Santa Cruz –la provincia natal de Néstor y el puntal de estos últimos ocho años de gobierno nacional–, donde el que piensa diferente tiene miedo de hablar, salvo algunos corajudos como los maestros de la Asociación de Docentes de Santa Cruz (ADOSAC), reprimidos brutalmente por la Unión de Obreros de la Construcción (UOCRA) que actuó casi como una fuerza paraestatal y represiva del gobernador Peralta, íntimo de la presidenta.



Creo que quizás haya dos modelos. Uno estúpidamente neoliberal, con preponderancia del capital financiero, el mercado como Dios Padre, el humor y los globos de colores que los estratos más cómodos de la metrópolis porteña parecen adoptar como reemplazo de la “militancia”, pero de una política inexistente. Otro, que respeta una lógica mafiosa del caudillo provincial que asesina por encargo y exime a il cappo de todo indicio de culpabilidad, que silencia al que piensa distinto, que en su verticalismo incuestionable impone la obediencia como virtud y ningunea a las organizaciones de la sociedad civil que proponen mejoras y cambios al esquema de gobierno actual.

Ninguna de estas opciones promueve la inclusión y el verdadero ejercicio democrático de participar en la gobernación. Al menos, el segundo, promueve la militancia pero desde una visión partidaria y únicamente para la afiliación en sus filas, ya que de otra forma será tildado de “hacerle el juego a la derecha”. Ninguno le da voz al sin voz, ninguno mira más allá del negocio inmediato, todos pactan con un diablo que no sabemos si vive en el cielo o en el infierno; nadie parece creer en una democracia real.

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El tercer y último fragmento será publicado el sábado 30.

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