Breves líneas quiero
dedicarte, Pato. Breves como las vidas robadas en Cromañón. Breves como los
quince años que me tocaron tener cuando, de tu mano y con tu voz de fondo, conocí
anticipadamente el Infierno.
Es importante avisarte que, a
pesar de la mayúscula en la palabra “Sobrevivientes” que evocás al referirte a los destinatarios de tu carta, nadie ha golpeado mi puerta. No golpeó
el cartero. No golpeaste vos. No golpeaste para entregarme tu escrito, pero
tampoco para pedirme disculpas. Unas disculpas que desde el 30 de diciembre de
2004 la sociedad argentina, a la que decís amar antes que nada, espera. Tal vez
legitimás sólo “Sobrevivientes” que te aplauden o salen con remeras amarillas.
Yo salgo con una negra. Una que dice “Basta de NO culpar a Callejeros”, porque
creo que sin responsables, no hay Justicia.
Me duele lo hostil de allá
afuera. Me duele tanto como a vos, que también lo sufrís. Pero más me duele la
mentira y la manipulación, sobre todo cuando las víctimas son jóvenes, que
creen mentiras sobre otras víctimas –letales, en este caso– tan jóvenes como
ellas. Me duele que digas no saber, cuando casi cada vez que tocaste en
Cromañón estuve ahí y en todas advertiste la inflamabilidad de la media-sombra del techo. En todas, vos,
al igual que Chabán, advirtieron que “pasaría
lo mismo que en Paraguay” –haciendo referencia al shopping incendiado, que
resultó minúsculo al lado del desastre del diciembre argentino. Mentiras que
ocultan el principio de incendio del 28 de mayo, el del 29 de diciembre, y
quién sabe cuántos más. Bastaba estar allí. Bastaba hablar o preguntar.
Sabías. Lo importante es que
sabías. Y eso no sólo te convierte en responsable o cómplice. Eso te convierte
en un idiota mayúsculo, que metió a su familia, a la que tanto ama, en ese
antro convertido en cámara de gas. Tu gente en Cromañón no te exime, Pato. Tu
gente en Cromañón te hace más negligente.
Parafraseándote, con gusto,
digo que el gobierno ya “es de una mujer”,
que cada tanto “no hay juicio por fumar
sin joder”, y que tal vez “haya
jueces cumpliendo la Ley”. Tu Imposible se convierte en realidad. Pero a
vos te falta cumplir una premisa: falta que “no
haya mentira ni verdades cambiadas”. No mientas más en nuestro nombre.
Por tu juventud perdida y por
la mía, que esperamos poder recuperar. Por la alegría de las 194 madres que
viven una ausencia eterna. Por la necesaria Justicia. Daños, nunca más…
Mauro Fernández
15/12/2012
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