sábado, 15 de diciembre de 2012

Carta Abierta a Pato Santos Fontanet

Breves líneas quiero dedicarte, Pato. Breves como las vidas robadas en Cromañón. Breves como los quince años que me tocaron tener cuando, de tu mano y con tu voz de fondo, conocí anticipadamente el Infierno.

Es importante avisarte que, a pesar de la mayúscula en la palabra “Sobrevivientes” que evocás al referirte a los destinatarios de tu carta, nadie ha golpeado mi puerta. No golpeó el cartero. No golpeaste vos. No golpeaste para entregarme tu escrito, pero tampoco para pedirme disculpas. Unas disculpas que desde el 30 de diciembre de 2004 la sociedad argentina, a la que decís amar antes que nada, espera. Tal vez legitimás sólo “Sobrevivientes” que te aplauden o salen con remeras amarillas. Yo salgo con una negra. Una que dice “Basta de NO culpar a Callejeros”, porque creo que sin responsables, no hay Justicia.

Me duele lo hostil de allá afuera. Me duele tanto como a vos, que también lo sufrís. Pero más me duele la mentira y la manipulación, sobre todo cuando las víctimas son jóvenes, que creen mentiras sobre otras víctimas –letales, en este caso– tan jóvenes como ellas. Me duele que digas no saber, cuando casi cada vez que tocaste en Cromañón estuve ahí y en todas advertiste la inflamabilidad de la media-sombra del techo. En todas, vos, al igual que Chabán, advirtieron que “pasaría lo mismo que en Paraguay” –haciendo referencia al shopping incendiado, que resultó minúsculo al lado del desastre del diciembre argentino. Mentiras que ocultan el principio de incendio del 28 de mayo, el del 29 de diciembre, y quién sabe cuántos más. Bastaba estar allí. Bastaba hablar o preguntar.

Sabías. Lo importante es que sabías. Y eso no sólo te convierte en responsable o cómplice. Eso te convierte en un idiota mayúsculo, que metió a su familia, a la que tanto ama, en ese antro convertido en cámara de gas. Tu gente en Cromañón no te exime, Pato. Tu gente en Cromañón te hace más negligente.

Parafraseándote, con gusto, digo que el gobierno ya “es de una mujer”, que cada tanto “no hay juicio por fumar sin joder”, y que tal vez “haya jueces cumpliendo la Ley”. Tu Imposible se convierte en realidad. Pero a vos te falta cumplir una premisa: falta que “no haya mentira ni verdades cambiadas”. No mientas más en nuestro nombre.

Por tu juventud perdida y por la mía, que esperamos poder recuperar. Por la alegría de las 194 madres que viven una ausencia eterna. Por la necesaria Justicia. Daños, nunca más…

Mauro Fernández
15/12/2012




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