martes, 28 de junio de 2011

DCXXVII | El tesoro de Lucrecia

Lucrecia sabía amarlo. Lo amaba por delante; lo hacía por detrás. Su pasión se encarnizaba en el ardor de las heridas, las de él, cuando sus uñas, hace tiempo, aprendieran a escribir poesía en sangre. La mirada le vomitaba el ardor de la comedia idílica del enamoramiento, pero sus pasos eran firmes como los de un soldado; como los de una princesa etérea que naufraga los destinos más inciertos por la acuarela del ocaso mediterráneo.

Martín lo sabía bien, quizás por eso siempre sonrió de costado. Mezcla de ironía y satisfecha soberbia de creer que todo en la vida, siempre, estuvo su alcance. Tan de costado reía, que vastas fueron las oportunidades en las que la sonrisa estuvo a punto de escapársele del marco del rostro; pero no, jamás se atrevió a emprender el viaje. Será, quizás, que él también supo amarla, tanto o más que a la inversa. Comprendió, aunque socarronamente, que no hay reino inconquistable si es con su compañía, no hay metas que de soslayo se le escapen a sus pasos, si de su mano es el idilio el jirón que pende.

¡Haya luz, en el conjuro maléfico del destierro! Parid lo obscuro, cuando la vista encandile al paso. La historia de Martín y Lucrecia, del amor desconocido, de un imán de manicomio, de manos martirizadas y manchas en las pestañas. Roces. Indelebles, como inasequibles. Trombones y gaitas chirrían en el Sol cuando las palomas vuelan alto. El tiempo en que los gritos son bandera y la historia cambia de mano. Allí anda el tesoro, vagando como aún oculto a la vista de todo el mundo. Encontrado ya por él, descubierto antes por ella. El suspiro que se va ahogando refulge por el encuentro. La otra cara del mundo, la cruz, queda hacia arriba.

Abre los brazos, hijo: vine para quedarme.


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lunes, 27 de junio de 2011

sábado, 25 de junio de 2011

DCXXV | Capital Mendoza

Mendoza debe ser Capital Nacional o, al menos, ir a compulsa con Rosario y que se elija por SMS. El día, la noche, el sol y la lluvia, la nieve; todo le calza fantástico a la ciudad cuyana que es, en realidad, Patagonia y gran metrópolis. Falta la nostalgia y el desencuentro inherente a las ciudades portuarias, falta la rudeza del polo industrial, falta. Quizás por eso no tenga mayores aspiraciones, más allá del Estadio, del Parque, sus anchas veredas, su noche inclaudicable. Será demasiado perfecta. Carece del papel en el piso, del descontrol en el centro, de los rostros sin mirada; le falta la mierda. Todo aquello que las grandes ciudades merecen para albergar en su seno al vasto espectro demográfico que la haga gigante, y capital.

Aún te falta, Mendoza, aprender a equivocarte; a embarrarte las manos, a abrir más las puertas. Podés, sin embargo, tener pretensiones; pero no unicamente con velo de elite cubriéndote los ojos. Te felicito por tus valores y tus realidades. Te aliento a seguir como puntual del ejemplo inmaculado. No te veré jamás capital; te siento mejor así.

domingo, 19 de junio de 2011

DCXXIV | ¿San Juan está más lindo?

POR EL DR. ERNESTO LLOVERAS


La cáscara nos muestra obras como el Centro Cívico, el Estadio Único, y no mucho más. Obras que también se construyeron en la gran mayoría de las provincias argentinas, porque vivimos una época de vacas gordas, con un apreciable presupuesto nacional destinado a infraestructura. Algo similar sucede en el resto de la región, donde el crecimiento anual es sostenido. Pero un Estado no solo está conformado de acero y hormigón, sino que lo que realmente importa es que a la gente que hace uso de edificios y rutas, se les reconozcan sus derechos, y puedan vivir en una provincia integrada a una República.

Pero, desde hace unos ocho años, los que vivimos en San Juan vemos que el desarrollo edilicio se contrapone con el notable retroceso institucional que llega a límites alarmantes. Lo grave es que la mediocridad en el funcionamiento de las instituciones, produce un efecto de adormecimiento en la sociedad, que va perdiendo el interés en participar para modificar un esquema de poder perimido, y su accionar sólo se reduce a comentar o criticar pasivamente desde la tranquilidad de una mesa de café.

Es justo en este escenario de “anestesiamiento” social, cuando aparecen los abusos y atropellos desde el Poder político que maneja los hilos del Gobierno Provincial. No es que la gente esté mejor, sino que el ciudadano siente miedo de ser señalado por la Inquisición Gobernante, y padecer luego la excomunión de por vida del circuito social. Atreverse a una simple crítica al oficialismo, es considerado como un brutal acto de traición, y deberá pagarse con el ostracismo mas descarnado. Los contratados perderán su contrato, los medios de comunicación su pauta oficial, los propios partidarios se quedarán sin internas, la sociedad sin debatir los grandes temas, y los opositores perderán su dignidad, al tener que callarse por temor a perder presencia en los medios. Los que se animen a decir lo que realmente pasa en San Juan, sufrirán las mas crueles inspecciones de todos los organismos de control, que seguramente encontrarán una mínima desprolijidad, que será luego explotada como una vil maniobra de corrupción.

En definitiva, es mejor que nadie hable; que los periodistas se dediquen a asesorar elecciones de reinas, que los políticos se dediquen a pelearse por los cargos, y que el jefe de la oposición sea elegido graciosamente, por el propio emperador.

El “todo vale”, solo rige para el que manda, como en la Edad Media. Ahora no se incendiará Roma, pero se quemará en una hoguera a la Constitución Provincial, se domesticará a la prensa con el látigo de una millonaria pauta oficial, se callará a los disidentes a través de la amenaza encubierta del despido y la persecución laboral, se dejará al propio partidario sin posibilidad de definir candidaturas a través de elecciones democráticas, se poblará el Poder Judicial de funcionarios elegidos por mecanismos tramposos, que jamás seleccionarán al mejor, sino al mas obsecuente. Se derretirán los últimos glaciares por el abuso de empresas extranjeras, que se llevan todo, y sólo dejan migajas y contaminación. Se secarán los diques, condenando a cientos de familias que vivían dignamente del turismo serrano, se fundirán los últimos agricultores, abandonados a su suerte, ante una sequía hídrica y económica sin precedentes; se silenciará a miles de trabajadores que no pueden tener una vivienda digna, y a los que les es imposible pagar las abultadas facturas de los servicios públicos. Se hará oídos sordos a los profesionales, docentes, y jubilados que cobran, pero se les hace imposible ser mas competitivos, porque sus ingresos solo les alcanzan para subsistir, mas allá de la placa o el diploma logrado en una provincia donde ya no se premia el conocimiento.

El resultado de está política de destrucción progresiva del Estado, es la aparición del fenómeno de la MIEDOCRACIA, que conlleva al temor creciente a participar en Movimientos Sociales, en protestas públicas, o en la inexistencia de un periodismo independiente.

Mientras la publicidad afirma que San Juan está mas lindo; médicos y docentes siguen reclamando mejores condiciones de trabajo, Tellechea no aparece, la Megaminería sigue saqueando nuestros bienes comunes; la sequía va en aumento; la Legislatura se transformó en la oficina auxiliar de una Escribanía de segunda; el Poder Judicial sucumbió como Poder Independiente, los medios olvidaron producir NOTAS DE INVESTIGACION; los productores siguen desapareciendo; los obsecuentes son premiados con cargos públicos y asesorías inexistentes; y el gobernante convertido en Monarca, baja o sube el pulgar a propios y extraños, convirtiendo a esta provincia en un verdadero Feudo.
San Juan está mejor, sin duda, pero sólo para aquellos que integran la Corte Imperial, plagada de lujos y privilegios.

viernes, 17 de junio de 2011

DCXXIII | Destellos en la oscuridad

Comparto una imagen y un video que encontré o recibí a través de internet. Haces de locura en la inmensidad de la más maquiavélica cordura.

Rich Lam



Campaña de Reporters sans frontières por la libertad de prensa:





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Y algo de música que me regaló el momento. Para que en cada instante dejes, siempre, lo mejor de vos.