miércoles, 31 de marzo de 2010

CDXCIX


Ven a dormir conmigo: no haremos el amor. El nos hará.
Julio Cortázar

lunes, 29 de marzo de 2010

CDXCVIII: La bombachita desteñida

¿Qué importa poner a girar una bombachita blanca junto a una campera roja? El rosa te queda bárbaro. Si, pero te gusta el blanco, ya sé... ¿Y? ¿Cuál es la tragedia desprendida de esa bombacha desteñida? Ni si se te rompe el boxer, en el tambor lavarropas en mal estado. ¿Es para tanto? Bueno, que el boxer esté rosa si es un problema, ahora sí que hablamos en serio eh, pero se rompa o se destiña; honestamente, ¿a quién le importa? O peor aún, ¿por qué debería de importar? No, no, no -bien a lo Mirtha Legrand-, preocupate si el boxer o la bombachita se desintegra, y quedás condenado por el resto de tu vida a dudar si lo metiste en el lavarropas o no, cargando con el peso de su ausencia para siempre.

domingo, 28 de marzo de 2010

CDXCVII: Gorriones

Algún rincón de Perú.

Agujeros negros, absolutos. 
Todo se desliza, 
imantado ante su belleza natural. 

La atención, el aire, las sonrisas; 
el portón de entrada a un puente
quién sabe con qué destino. 
(A quién le importa, 
a fin de cuentas). 

Sensación del encuentro, 
ganas de todo y 
saludos cordiales.

Se humedece el sepulcro de la nada, 
mientras el sol abre 
las puertas al viento nuevo 
del alba. 

Silba el sentido precautorio, 
el cuidado y la torpeza, 
almohadas de piedra junto
a sueños ilusionistas. 

Todo allá, frente a ese escudo. 
Revoloteo de gorrión inmaduro, 
golpeando contra las paredes, 
las de la panza, aprendiendo a volar 
una vez más. 

Fuimos torpes y pacientes. 
Somos ese gorrión prematuro. 
Es el vuelo que espera en el aire...

CDXCVI: Avestruz

A veces, mirando hacia atrás, siento lástima de mí mismo. El momento lo vivo, lo disfruto, me río y no pienso; pero después, a veces la mañana siguiente, otras años más tarde, recuerdo y quiero que me trague la tierra. Es casi cómico que esos mismos momentos que me hacen sentir un avestruz, para otros puedan resultar interesantes al menos para reirse de mi. Siempre así, siempre picado, puesto, o whatever, sería más chistoso o mejor compañía. Quedarme parado y callado en la esquina de un cumpleaños es un disparo al corazón de la socialización del entorno. Pero soy así. A veces me canso y quiero ver qué pasa si cambio, y termino al día siguiente queriendo no recordar y con la cabeza metida en un agujero.

viernes, 26 de marzo de 2010

CDXCV: Joker


El Guasón (hablando con Harvey): ¿Realmente parezco un hombre con un plan, Harvey? No tengo un plan. La mafia tiene planes, los policías tienen planes. ¿Sabes que soy, Harvey? Soy el perro que persigue un auto. No sabría qué hacer si alcanzara alguno. Sólo hago cosas. Odio los planes. Los tuyos, los de ellos, los de todos. Maroni tiene planes. Gordon tiene planes. Son personas esquemáticas tratando de controlar sus mundos. Yo no soy así. Yo les muestro lo patéticos que son sus intentos de controlar las cosas. Así que cuando te digo que lo que te paso a ti y a tu novia no fue algo personal, puedes estar seguro que te estoy diciendo la verdad.

jueves, 25 de marzo de 2010

CDXCIV: De espinas y palitos

Nunca me gustó escribir para otros. Hacerlo para mí y luego compartirlo con otros, es algo muy distinto. Sé que esto trae consecuencias nefastas a la hora de analizar las estadísticas, pero no me importa. No les creo, casi tanto como no me creería a mi mismo si estuviese escribiendo para alguien más. Es posible que haya perdido un lector fiel, simplemente porque ya no escribo de ella. O quizás no, porque espera que lo haga para poner en marcha la maquinaria. Realmente, es otra de las tantas cosas que no sé. Es bueno rodearse de gente fiel, la cagada es que sólo lo sean esperando que pises el palito. A ella le gustará rodearse de cierta gente, como a mi de cierta otra que no puedo ver, no sé, hoy no entiendo y por eso creo que aprehendo y el camino del Dharma se encauza. Por si sigue dándome el poder de escribir la motivación de sus reacciones, lo libero a él para que sea feliz y a mi mismo para hacer lo propio. Palitos en la rueda, palitos que se quiebran pedaleando más fuerte. Espias que se clavan y no cesan si uno no aprende a vivir con ellas. 

miércoles, 24 de marzo de 2010

CDXCIII: Hijos

Utopía del corazón apuñalado de seguir latiendo. Sueño etéreo de esas piernas débiles y castigadas, de seguir firmes a noventa grados de un lecho de muerte que jamás va a llegar a ser. Esperanto de la esperanza, reestructura una historia en coplas, que cuentan más y cuentan mejor. Cuenta con el terso mirar de la añoranza imperceptible, y el desconcierto que ligan a la catástrofe en tiempo sostenido. Olvidan y perdonan. Nada está clavado en la memoria. Nadie lo ve en sus ojos. ¿No están? ¿Desaparecieron? Conceptos equivocados de un monstruo cegado por el karma, que absorbe más de lo que fue, y arrastra sociedad por las narices, bajo la sombra del miedo. Nada es argentino. Nadie es subversivo. Jamás existió la Reorganización Nacional, ni tampoco las banderas del Ché. Lo que existió y existirá por siempre, son los hijos. Los hijos de nadie; los hijos del mundo. Levanten, hijos, su voz como inviernos, impiadosos y eternos, con todo su pesar sobre los asesinos de la nada. 

martes, 23 de marzo de 2010

CDXCII: Abrir tu cabeza es para abrir...

La foto la saqué de acá.

Velo de negras navidades,
sangre ardiente en la arista
del artista que se quiebra el hocico
hundido en la línea de llegada,
en el muro del poder.

No más regalos de eternidad,
demasiados años carga esta espalda jorobada.
Un gracias y una mediavuelta,
-que se escribe bruscamente y todojunto-
ya hay fantasmas desbordando y
agrietando los caminos,
tan míos como el universo.

Rutas vacuas avanzando con
restricciones semánticas e intangibles
entre la maleza semiótica de la lengua,
y estructuras simbólicas de poder.

Perdiéndose en el charco.
Caminando de vuelta o nadando
al fin del mundo.

Ángeles y demonios,
de ayer y de hoy.
Pis y caca.
Vida y muerte.
Vos y yo.
Binomial dicotómica.

No, no, no...
Sotros.

Nos y otros.
Otros y nos.
Es inevitable,
semánticamente insoslayable.

Acarreando más esciencia que esencia.
Así se va todo al de corbata.

Hoy leé, no entiendas.
Hoy siento, no escribo.
Sin lecciones de filosofía barata,
ni ofertas de zapatos de goma.

lunes, 22 de marzo de 2010

CDXCI: Boyar Nocturno



¿Qué fue de los vestigios del tiempo? La mente escindida cuaja, rompe con delicadeza de princesa, casi inocente. Mira con ojos grandes y se va culpógena al vacío. El espíritu libre remonta barriletes en los prados de las palomas blancas que le enseñan a volar como gorriones, pero también como las hojas; hijas de Quetzalcoátl, hijas del viento. Hace falta un poco de magia para esta hermosa noche estrellada, volar a las montañas nevadas del fin del mundo, para oír a la historia crepitar y sentir al presente silbándonos al oido. La trascendencia que es tan lábil como la importancia o como tu esencia. El cielo oscuro y el frío en los pies. El temor al poder natural. A saberse menos. Soltar la rienda en la tormenta de un cáliz náufrago, reencontrado con la espada del Incario. Templo del Sol, resurge del impuesto olvido, erigiéndose por siempre cierto en la memoria de sus esclavos y discípulos. Almas arrojadas al frío sin su protección, arrojadas también a la belleza de la inmensidad de la noche, perdidos en el cáliz del glaciar que cobijó otras historias. Digan adiós al rey del mundo. Digan adiós...

CDXC: Juego de roles invertidos

¿Quién dejó escrito que nosotros somos los cuerdos y ellos, los locos? ¿Y quién determinó, arbitrariamente por cierto, que estos locos que mencionamos, debían percibir al mundo -su mundo-, tanto más pequeño, limitado y frío que los demás, cuando seguramente lo sientan tanto más amplio? No cabe duda que habrá sido alguno de "nosotros", simplemente porque los locos eran "ellos". No vaya el monstruo a caer en la boca de su propio lobo. ¿Y creen que no somos nosotros los que seguimos sus mismas reglas? ¿Que no necesitamos la estructura constante? ¿Que las normas no deben ser dictadas cotidianamente, día tras día, para poder vivirlas en consonancia con las reglas del juego? Porque el juego, el gran juego, consta de tantas manos como amaneceres y no más. Ni, claro, mucho menos. Y es el sol y la tierra fértil del presente, la que repartirá mañana los naipes; más no un billete -eternamente manchado de sangre y de historia, y sin perdón- el que compre la partida. Jugá la mano que te toca, tirá la más alta o andate al mazo. ¿A quién le importa? Especulá y perdés. Los fantasmas de otros tiempos son hoy el viento que se enreda con tu cabello al avanzar junto a la ruta incierta hacia la no doctrina, al salvaje instante del presente. Salvajes envueltos en poliéster, en gamuza o en charol, con tantas certezas como dioses, y tantos dioses como esperanzas. Jugando a otra cosa. Siendo títeres, quizás, portándose bien ante los ojos del amo, soñando con el formol que los preserve eternos secularmente. Nunca nos pusimos de acuerdo; unos juegan a las cartas y otros son los títeres. Unos se divierten y otros obedecen. Dependiendo de la perspectiva, los que realmente se divierten, son esos que los esclavos del mundo hacen que dominan en su idiota opereta. Juego de roles invertidos. Lástima impiadosa del hombre. El día del sol y la tierra. Este es el tiempo en que el monstruo tiene su celda gélida, mientras los locos gritan desde los balcones y dominan al mundo manejando los hilos. Todo depende de qué observes, cuán profundo, qué tan allá...

sábado, 20 de marzo de 2010

CDLXXXIX: Agenda

Los 1 me alteran.
Los 2 me recuerdan a Matu.
Los 3 son un número mágico.
Los 4 me son indiferentes.
Los 5 me recuerdan a cumpleaños.
Los 6 son chotos.
Los 7 son mi número.
Los 8, chiste obvio.
Los 9, otro chiste obvio, pero además, son mi cumplemes.
Los 10, muy trillados.
Los 11, día de gordos.
Los 12, caca.
Los 13, día históricamente nefasto.
Los 14, borrachos o nada.
Los 15, tienen una geometría perfecta.
Los 16, me dan lo mismo.
Los 17, se acerca algo que nunca sé qué es.
Los 18, no pasa nada.
Los 19 me can muy mal. Antes era al revés, los amaba.
Los 20, mente en blanco (y celeste), o en las Pastillas del Abuelo.
Los 21, son como fechas patrias.
Los 22 que podrían ser una locura, son el día más parco.
Los 23, tienen algo basquetbolístico.
Los 24, tienen un color musical.
Los 25, ¿bicentenarios?
Los 26, nada.
Los 27, absolutamente nada.
Los 28, se acaba el mes, de tanto en tanto.
Los 29, sigue el mes, cada cuatro años. No, no sigo la ley del ñoqui.
Los 30, nefastos e incendiarios.
Los 31, no sé si llego.

viernes, 19 de marzo de 2010

CDLXXXVIII: Campaña de ASDRA por el Día Mundial del Síndrome de Down

Campaña "Insultos".


Ya próximos al Día Mundial del Síndrome de Down (21 de marzo), tenemos el agrado de presentarles en formato audiovisual y gráfico la campaña Insultos, que realizamos con el apoyo de la Agencia Quintana Comunicación.

Insultos busca generar conciencia en el conjunto de la sociedad acerca del uso de la palabra mogólico. El modo en que utilizamos las palabras importa y mucho- en la construcción del lenguaje. Y reflexionar sobre esto es clave, ya que a partir de aquél creamos escenarios para las relaciones con nuestros semejantes. Cuando las palabras, además, encierran un significado peyorativo respecto del que tenían en sus orígenes pueden dañar la dignidad no sólo de las personas a quienes se las dirige, sino, y sobre todo, la de aquellas a quienes hacen referencia de manera despectiva.

Para lograr este objetivo, y siendo que el eje principal de nuestra comunicación son las palabras, consideramos que el tema debía plantearse de manera clara, directa y con fuerte impacto, evitando todo tipo de eufemismos. Y dejando bien asentada la idea de que la utilización del término mogólico, a modo de insulto, constituye en sí mismo un acto de discriminación.

Estamos seguros de que esta llamada de atención respecto del modo en que se suele emplear la palabra mogólico es, en rigor, un primer paso muy importante para comenzar un proceso de concientización de la opinión pública acerca de la importancia de hablar bien y con respeto, como herramienta indispensable de la eliminación de las barreras y prejuicios que hay sobre las poblaciones vulnerables (en este caso, las personas con síndrome de Down).

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Fuente: ASDRA

CDLXXXVII: La puerta

Camino lento, con la mirada perdida, mientras poso mi mano en el picaporte abriendo la puerta de mi cuarto iluminado. Tres pasos. La verdadera puerta, el pasaje secreto. Siento un pesar repentino en el pecho y los párpados, como un disparo, y mi cuerpo rendido cae esplendorosamente sobre la puerta real. Un instante después estoy sentado en la oficina, y alguien dice que vino la gente de seguridad vial a hacer otra de las tantas auditorías optimizadoras de rendimiento. Y que el nivel de educación y comportamiento vial son paupérrimos, fundamentalmente los aparcamientos.

Salgo a la calle, anonadado y molesto, y compruebo que el Clío no está donde lo había dejado. Ahora descansa a 20 grados sobre la puerta de un garage. Me subo y repentinamente meto marcha atrás, luego primera y acelero en contramano por la calle Zabala, doblando en Roseti también en contramano para salir a una Forest paralela, extraña y amplia.

Johnny me grita desde un portón que reza “Discográfica y distribuidora”, e instantáneamente me detengo frente a él, no desde el auto que ya habría aparcado en algún lugar en milésimas de segundo, sino de pie ante su mirada cansada y escrutadora. Me pide un favor casi sin saludar y lo mando a cagar. Que lo haga él, yo me alegraba de verlo después de tanto tiempo y ese comportamiento me desencantaba. Empecé a alejarme en sentido opuesto y su novia me gritó desde la puerta para saludar. Vuelvo, saludo y paso al galpón. Allá estaban sus padres, la catequista compañera de mi vieja, y el padre que no conozco. Había dos personas más que no reconocía y como surgido del piso, un Rolo afeitado y de traje, pero siempre con esa sonrisa y esos ojos soñadores, inocentes y amigos. Me abraza y ahí veo que esas otras dos personas eran su familia. Anto no estaba. Salgo.

Me voy dispuesto a encontrar el auto, paso frente a la verdulería y veo uno parecido, pero congelado, lleno de escarcha. Miro la patente y decía BMO387, pero estaba algo ilegible esencialmente por la escarcha. Voy a ver la de la parte trasera, y decía otra cosa, mucho más larga, y allí si se notaban los retazos el Liquid Paper y marcador negro que alguien había utilizado para falsearla, igual que la delantera, pero con menos sutileza. Además, como si fuera poco, habían puesto una especie de antena violeta al costado izquierdo, casi en el baúl -eso aún me resulta incomprensible-.

Saco la llave, la inserto en la cerradura y con un mínimo esfuerzo, abro la puerta. Se ve que no habían congelado también esa parte, definitivamente querían que entrase al auto. En cuanto la giro, dos muchachos no del todo amigables, aparecen frente a mí. Les pregunto de dónde salieron y me cuentan que viven en la casa tomada de la vuelta -jamás había oído de ella, o tal vez si, pero hace mucho tiempo-, mientras no dejaban de adelantarse hacia mí. Dejo la puerta abierta y me alejo con la llave. Me siguen. Uno era grandote y moreno, el otro muy flaco, casi escuálido y con ropas deportivas. Me meto en la verdulería y en cuanto cruzo el umbral la estructura cambia como la perspectiva, y desde adentro es un supermercado. El grandote me mira desafiante, invitándome a salir por las buenas, a lo que respondo con un paso atrás. Se adelanta. Me atraso. Lo miro a los ojos y veo el ardor de la ira reflejada, entonces me doy vuelta y comienzo a correr. Él me sigue, y corremos a través de las góndolas hasta que se me avienta encima y me tira al piso, tras una pared de cristal. Comienza a golpearme y yo simplemente le pregunto por qué. Por qué yo, por qué así.

–¿Porque soy parte activa en la creación de la mierda que te tocó? ¿Por eso?– le digo; y sus ojos se llenaban de lágrimas mientras seguía golpeándome. Entonces decido profundizar el concepto de mi lógica –; yo soy la mierda, yo también viví la mierda de Cromañón y de novias muertas, de amor bajo tierra.

–Vos sos responsable, vos generas toda mi mierda también, ¿qué cargos te corresponden? Sorete. – lo increpé, desafiante y ya sin sentir sus golpes.

El grandote lloraba desconsolado, cubriéndose el rostro y comencé a alejarme despacio. Nunca se levantó, me dejó ir. Pasé por delante del otro que, por lo visto, habrá pensado lo peor y corrió puertas adentro del supermercado -que ya había vuelto a ser verdulería- para ayudar a su cumpa. Pero el auto no estaba. Empecé a caminar por Chacarita, salgo de algún modo a una Álvarez Thomas también distinta, bajo los rayos intensos del sol con la certeza que en el taller mecánico estaría el auto, en proceso de descongelamiento. Se ve que en algún momento Leandro me lo había dicho, y estaba ahí para retirarlo conmigo. Lo veo y el mecánico me pide un comprobante que definitivamente yo no tenía -¡ni siquiera había llevado el auto en primer lugar!-. Le dije que no lo tenía, pero que era ese, señalándolo con el dedo. Me lo entrega, subo y el interior era distinto. Le digo a Leandro que ese era un Ka, que no era mi auto, aunque estaba seguro que había entrado a él. Miré el interior y con una mirada cómplice, dimos por concluida la confusión. Llegamos en busca de un Clío descongelado y nos estábamos yendo en un Ka nuevito que tenía luces de avión. Una epopeya moderna.

Salimos en el Ka con Lea al volante, vaya uno a saber por qué y pasamos por una plaza extraña, llena de gente y circundada por casas tomadas -como la de la vuelta-. Mucha pobreza, fútbol y chicos divertidos, mientras en otro lado las familias hacían colas interminables para vacunarse o recibir comida. Yo, que ya estaba solo y caminando -el auto se habría esfumado en algún momento-, escudriñaba el lugar con desazón y desesperanza, aunque con algo de miedo a que mis recientes amigos me encontrasen y tomaran venganza por mi huída. En tanto, perdido en mis pensamientos, siento que piso algo. Miro y veo un bebé abandonado bajo mi suela y siento la náusea tomando mi faringe por la fuerza, al tiempo que saco el pie con vehemencia. Cuando me compongo, veo que alrededor había decenas de chicos igualmente librados al azar, y madres como montañas, inmutables, petrificadas en su vacío. Salgo corriendo y llego a una estancia, donde los jefes y otras yerbas tenían una reunión de la que, de algún modo era parte. No era netamente laboral, se hablaba de cualquier cosa en un clima jocoso, ameno y divertido. Aplauden en la puerta y alguien sale a ver quién es, y me llaman.

–Que bueno tener el trabajo de este pibe, ¡vive laburando! –acotó, sarcástico, un Voldemort triste, vencido y sin magia, por la visita que me obligaba a abandonar la reunión.

–Bue, porque vos la pasás mal ¿no?… –contesté, y dejé la sala.

Me mira iracundo, y le sonrío, sereno. Salgo a hablar con la gente, viejos conocidos que no puedo recordar, y vuelvo a la calle. Me esperaban el Tano y Rocío, ella del lado del cordón, él en el medio y yo del lado de la pared -vaya disposición-. Volvimos a pasar por la verdulería y, asustado, les conté la historia reciente.

–Tonto, ¿por qué no me contaste?– preguntó Rocío acentuando melódicamente cada sílaba, como cada vez que elegía que su corazón hablase con todo lo que sus palabras callaban.

–Emm, creo que porque no estabas.

–Pero por eso está acá –agregó el Tano–, para que sepas que siempre está, y está dispuesta a quererte y acompañarte.

Ni terminó de decirlo que yo ya estaba al lado de ella. Mirada penetrante entre los dos, conocida y profunda, y entonces se hizo cierta la comprensión de lo ilusorio y la vacuidad.

–Rocío, igualmente vacía, igualmente digna de ser amada, igualmente una próxima Buda –pensé.

Proceso interno, recuerdo y dolor de estómago, las mariposas muertas descomponiéndose en el bajo vientre. Y mientras me mira, tengo la certeza de que puedo comerle la boca, fundirnos en uno, ser inmortales, y volver a la nada en cuestión de minutos. Entonces, me río y sigo caminando; ahora, solo.

Creo que la excesiva comprensión, aunque naciera del más intrínseco dukka, me eyectó una vez más de este lado de la única y verdadera puerta, del puente al más allá, y fui al baño dormitando.

En segundos, sin recordar haber cruzado el umbral una vez más, estaba sentado en mi puesto de trabajo, y ella se acercaba, quizás de paso a buscar café, no lo sabía. Siquiera comprendía si estaba realmente en la oficina o qué estaba pasando en realidad. Más difícil resultaba éste discernimiento, cuando siempre se me había dificultado saber si lo fáctico era real y lo ilusorio mentira, o viceversa. Como fuere, yo estaba ahí -o acá-, y Camila se me acercó. Se paró tras la madera que delimita mi box y me dijo algo que no puedo recordar. Bromeamos unos minutos, y viendo un portal de Internet, vio a alguien que le causó gracia. Un tipo que resultaba ser famoso por haberse acostado con una modelo muy reconocida. El problema es que a pesar de su fama, nadie lo conocía porque en realidad nunca había estado con esta mujer, sino en la línea que nosotros escribíamos. Intuí en su risa un dejo de añoranza, y le pregunté si conocía al desconocido famoso.

–Sí, estuvimos juntos.
–¿¡Cuándo!? ¿Hace mucho? –le pregunté como exacerbando mi costado más chismoso.
–No, o si –se contrariaba indecisa –, da lo mismo.
–Pero… ¿antes de estar con Santiago? ¿Tanto hace?
–Puede ser –respondió sin contestar –, igual no tendría nada de malo si hubiese estado al mismo tiempo que con Santi.
–Con él se mantiene el amor, la pasión pasa por otro lado –agregó, y me miró insinuante.

Yo casi me caigo como los dibujitos japoneses que, de un segundo a otro, están tirados en el piso con cara de idiotas. Me encantaba por donde la mirase, me intrigaba conocerla más, compartir momentos y, quizás, casi diría seguramente, me calentaba otra vez el hecho de lo difícil, las trabas, lo prohibido, la anarquía. La estructura hecha cenizas y nosotros suspirando a su lado, para que no quedasen ni cenizas, ni vestigios, ni nada.

Sé que estos dos muchachos siguieron buscándome, y que yo andaba errante entre el miedo y la tranquilidad, entre el pasado y el futuro, pero sabiendo que los polos se atraen, podría llegar a vagar eternamente por el camino medio. Lo que nunca pude comprender es si esta epifanía concluyente, a modo de resumen ejecutivo de mi sentir al respecto, lo tuve antes o después de volver a cruzar el umbral. Antes de volver al mundo de las mentiras que parecen más reales, de los textos que cuentan lo incontable y del mañana que es tan incierto.

miércoles, 17 de marzo de 2010

CDLXXXVI: Vidalita amanecida

A veces la noche es abrazada por una sincera y profunda oscuridad, y en su marco, sentados en el inodoro, oimos canciones tristes como pataleando desesperados en las arenas movedizas de un Atacama interior. Afuera los rostros se derriten y se pegan al piso como la vela cansada que agota con paciencia e inquebrantable perseverancia todo lo que haya sido su existencia. El vacío todo a nuestro alrededor. Abismos multitudinarios como un grito chirriante, tajando la más dulce calma. El yo sinmigo, eterno viajero del caminante que es camino. Sin respuestas, afortunadamente. Sin sonrisas esclarecedoras, ni llantos tristes. Ni el sexo compartido, ni la masturbación más perfecta. Ni la añoranza del pasado, ni expectantes del futuro. Divirtiéndonos en el vacío; reacios y prudentes del otro, no de nosotros mismos. ¡Divertidos! Las filigranas de estrellas que penden en la inmensidad de un jocoso carnavalito a cielo abierto, con bombos que parecen bombas y la pudredumbre de los muertos que amarga el dulzor de los amantes. Las palabras bastardeadas por el simple hecho de ser pronunciadas vanamente. El tiempo perdido sin mirar el cielo y sin mojarse bajo la lluvia. Las manos inútiles por no llenarse de barro, como esas tristes frentes enteras, por no machacar una y mil veces contra las paredes de la estructura.

martes, 16 de marzo de 2010

CDLXXXV: Stewie farts.



Hace mucho tiempo no me tentaba TANTO como con esta escena...

lunes, 15 de marzo de 2010

CDLXXXIV: Podría ser

Primer single de Acuérdate de vivir, a la venta en Argentina a partir del 8 de abril. Vamos amansando corazones...



Contando monedas para comprar cigarros,
regreso a mi casa, sumando derrotas.
Vuelvo sin excusas, sin paz ni trabajo,
y a nuestro futuro le arrancan las horas.
Y en casa me espera
mi razón de vida, el calor de hogar.

Llevo la vergüenza, las manos vacías,
la precariedad.

Ella sonreirá, “saldremos adelante”.
A pesar del tiempo sigue siendo bella.
La miro y recuerdo. No siempre los planes
salen como sueñas, eternas promesas.

Estoy cansado
de tropezar siempre, del “ya le llamaremos”.

Quizá mañana
cambie nuestra suerte
y acabe este invierno.

Podría ser jardinero en Marte,
médico de flores, poeta ambulante
deshollinador volando en tejados,
probador de espejos, o un pirata honrado.
Quisiera ser hombre al fin al cabo.

Podría ser quizá delineante
de columpios rojos, un gran nigromante,
un cantor de nanas, quizás buhonero,
y vender palomas, pócimas y ungüentos.
Pensándolo bien, me conformo con menos.

Enchufo la radio, no hablan de nosotros.
La luz de la aurora se vierte en la acera.
Ella me da un beso, yo me hundo en sus ojos.
“Suerte” me susurra y cruzo la puerta.

Quizá fuera encuentre
por fin la respuesta
o mi exculpación.

Llueve mientras sueño,
quizá cuando vuelva
haya salido el sol.

Podría ser cartero de Neruda,
pescador de estrellas, navegando en la luna,
piloto de cometas, explorador de abismos,
quizá recolector de gotas de rocío.
Quisiera ser un hombre, es poco lo que pido.

Podría ser quizá delineante
de columpios rojos, un gran nigromante,
un cantor de nanas, quizás buhonero,
y vender palomas, pócimas y ungüentos.
Pensándolo bien, me conformo con menos.

Podría ser jardinero en Marte,
médico de flores, poeta ambulante
deshollinador volando en tejados,
probador de espejos, o un pirata honrado.
Quisiera ser hombre al fin al cabo.

viernes, 12 de marzo de 2010

CDLXXXIII: Puntual, por una vez!

¿Podría entender ella alguna vez, todo el amor que le había sido regalado? Se hundía cada vez más en el fango del vago recuerdo, infiel como todo tiempo pasado. Y en su huída infame del diagrama simétrico y la proyección que el Sol y la Luna pretendían para su destino, tengo la sensación de que nunca llegó a sentir todos los momentos que su entorno sí sintió. Cuidado en dejarla ir así como así. Llegar tarde al funeral de la propia sombra, no asimila excusa alguna. Así es el diáfano devenir de los muertos vivos.

jueves, 11 de marzo de 2010

CDLXXXII: Contando cuentos, números e historias.

Burbujas. Juegan de lejos, a veces. Algunas otras quizás, más cerca. El filo endémico de ese ecosistema que es la interacción plurilateral del sentir del corazón tras un velo. De poder inextinguible, comerciando un ad aeternum bravucón avec le ciel del Parnaso. Uno tras otro. Un Robin Hood que va de amores; jocoso mercenario del sainete. Del corriente. Doctrina carpediemista bastardeada por cobardes irrecuperables, con fachada de canto rodado y realidad de suave pétalo, surgido del más venenoso tallo. Empacho de vos. Cuidados. Tangentes variables, como visas esporádicas al país de lo inexplorado. Historias sin historia. Niños encontrados, soplando velitas de a pares y en compañía. Contando hasta uno y hasta dos. No contigo ni sin mi. Hasta uno y hasta dos. La lágrima no seca si el calor no abraza. Uno y vos. Dos y yo.

miércoles, 10 de marzo de 2010

CDLXXXI: No sirve para nada. Es.

Fuerzabruta es hoy. No es el teatro del futuro,
ni la obra que se repite una y otra vez desde el pasado.
Fuerzabruta es ahora.
No inventa nada.

Es un fenómeno natural inevitable. El resultado de millones de años.
Tiene origen en el fondo del océano, en el fondo de los vasos,
en el caminar por la vereda.

Fuerzabruta no sirve para nada. Es.

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El ejercicio de reemplazar la palabra Fuerzabruta por tu propia vida, puede resultar casi tan desmoralizante como verídico y perfecto.

Hasta la próxima inservibles; los quiero un poco.
Sean.

martes, 2 de marzo de 2010

CDLXXX: Rodney



Salgo a caminar sin rumbo, en un día cualquiera
Pero un día cualquiera puede ser mucho más,
Hacia la parte de atrás del cementerio,
Cruzando el parque, llego a un bar;

Hay sólo hombres que beben vino y fuman tabaco
Pero en el aire hay algo especial
Es pleno invierno, pero una día de calor invade
Como sucede a veces, a toda mi ciudad

Ciudad de brujas y de asfalto
Un puerto sin salida al mar!
Si navegar es tan preciso
Hoy voy a sentarme en el bar, a viajar.

Perdiendo el tiempo, perdiendo el tiempo
Yo voy a viajar.

Un hombre se me acerca y me declara
Que el era actor en un teatro principal.
Y se decide a mostrarme sus virtudes
Interpretando un personaje singular.

Ciudad de brujas y de asfalto
Un puerto sin salida al mar!
Si navegar es tan preciso
Hoy voy a sentarme en el bar
A viajar.

Perdiendo el tiempo, perdiendo el tiempo
Yo quiero viajar.

Adoro descansar entre la gente,
charlar o dibujar, sentado en cualquier bar.
En cualquier lugar...

Ciudad de brujas y de asfalto
Un puerto sin salida al mar!
Si navegar es tan preciso
Hoy voy a sentarme en el bar
A viajar.