martes, 28 de julio de 2009

CCXCII: Añoranza patria

Me siento exiliado en las tierras del cemento vil. Buscando la embajada del Nunca Jamás, patria en la que las revoluciones estallan en cada garito y los dulces amores se degustan junto al elíxir de la medianoche. El contorno preciso de una luna ausente es mágico reflejo tras las olas de la costa, mientras los satélites dibujan ángeles en lo profundo del cielo azul. Mi añorada nación, aquella donde la alquimia actúa sobre los poemas de amor, convirtiéndolos en manifiestos ideales de valores reivindicados. Aquella patria donde la voluntad trasciende al tiempo, donde las formas son amorfas y los sentimientos, puros. Donde la gente cae rendida ante tus ojos firmes, tus labios tibios. Suspiros que hacen bandera, efímeras eternidades. Casa. Quiero volver a casa.

sábado, 25 de julio de 2009

CCIXC: Capítulo mágico

Adolfita toma las riendas del destino, cumple años y cierra etapas. Es maravilloso descifrar las vetas de una personalidad tan múltiple y reconocerla en distintos instantes. Yo supe amarlas a todas ellas, doncellas de ensueño que tuvieron en cautiverio a todos mis sentidos en un castillo mágico, de cristal. Hoy elige cerrar, no darle espacio a sus hermanas más idealistas para expresarse -y se nota hasta en el tono de su voz, como si un vibratto único las identificara dentro del mismo cuerpito-, y enojarse con lo que una vez, una artista compró, más allá de lo que exhibía la vidriera. Espejos nuevamente quizás, no lo sé. La busqué como se busca a la flor más auténtica del jardín del Edén, la amé como se ama a un infinito inalcanzable que trasciende las formas de lo que es y lo que debe ser. Me duele que no sea por amor, me duele que sea por miedo... Pero de la forma que sea, simplemente, es. Y así, será un capítulo increíble y mágico en la historia de mi vida. Ojalá el autor sepa dibujarla una vez más en esta trama triste en la que, de tanto en tanto, necesito su polvo de hada para volver a volar. 

viernes, 24 de julio de 2009

CCLXXXVIII: Learning to fly

En el combate contra mi ciclotimia no necesito un ancla que me baje a la realidad, sino una liana invisible que me muestre el mundo de los sueños. Need a Moonshaker. Vuelo, sueño, descubro, y las nubes tapan el cielo. Entonces caigo. El polvo de hadas que llevo en el bolsillo no es suficiente para devolverle vida a mi espíritu ausente, y camino enmohecido por laberintos inconducentes de paredes rígidas y verdades absolutas. I do believe in fairies, I've said. Y no sólo en forma crédula sino también empírica. Habiéndola tenido entre mis dedos, sonriendo fulgente, batiendo sus alas y llevándome al país del nunca jamás. Sólo un recuerdo feliz puede hacerme volar, pero sin el áureo polvo de las hadas el viaje al pasado puede ser un suicidio anticipado de la voluntad y de la memoria. Por lo tanto, mon amies, aquí estoy. Esperando como siempre la divinidad entre planos paralelos de ficción y realidad, de vida y de muerte. Pero eso sí, learning to fly.

CCLXXXVII: I do believe in fairies



¿Conocés ese lugar entre dormido y despierto? 
¿Ese lugar donde uno todavía recuerda que estaba soñando? 

Ahí es donde te amaré siempre. 
Allí te estaré esperando...

domingo, 19 de julio de 2009

CCLXXXV: 20 años - texto

Vacío y flotando inerme en las aguas del misterio, pataleo como un niño caprichoso sin saber siquiera en qué dirección se aventuran mis irreconocibles deseos, mis necesidad de volver a encontrarte. Buscando el alba en aquella dulce sonrisa, infectado por la peste de la inacción sensorial... No puedo seguir. No estás. No estoy. 

CCLXXXIV: 20 años - imagen


Loviu godiita, pero hacete cargo. Jé!

jueves, 16 de julio de 2009

CCLXXXIII: Testamento vital

Cansa. El cáliz de la inmortalidad fluye, pero cansa. El cuerpo no permanece en pie, la mente no encuentra sosiego y el alma vaga intranquila por algún rincón alejado de mi cuerpo ajetreado. Tal vez me vea diminuto en mi lejanía ausente, desde lo alto de un edificio porteño y espejado. Creo haber escuchado en las noticias, que alguna noche inadvertida, ella dio el paso que faltaba, trascendió sus miedos y se aventuró al vuelo del sueño eterno, dejándome ahogado en la soledad de la sangre gris, en el mar del despojo y la vacuidad. Si en la víspera de un nuevo mañana, por alguna razón, me tocase seguir sus pasos, exijo entereza en sus corazones. No me lloren, no me sufran. Sepan, mis amados, que toda acción o reacción mundana, sólo habrá sido forjada en pos del elíxir de los días, del éxtasis de la vida en su máximo esplendor. Que la fuerza que me ha imantado tras mi alma en esa búsqueda incesante que nunca pude abandonar, está cargada de vitalidad desde su raíz hasta sus cenizas. Llévenme siempre consigo, no como cruz sobre la espalda, sino como el silbido intangible y sagrado del alba, que despavila suavemente e invade por el tamiz de sus párpados helados.

CCLXXXII: One of my turns

CCLXXXI: Tristes guerras

Tristes guerras, si no es amor la empresa.
Tristes, tristes

Tristes armas, si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres, si no mueren de amor.
Tristes, tristes.

Tristes, como aquellas tardes de guerra;
aquellas tristes tardes.

Ismael Serrano, en base a poema de Miguel Hernández.

miércoles, 15 de julio de 2009

CCLXXX - Hurtos 12: Charles Bukowski

Margie iba a salir con este tío pero cuando salían el tío se encontró con otro tío vestido con un abrigo de cuero y el tío del abrigo de cuero abrió el abrigo de cuero y le enseñó al otro tío sus tetas y el otro tío se dirigió a Margie y le dijo que no podía mantener su cita porque el tío del abrigo de cuero le había enseñado las tetas y tenía que ir a follarse a ese tío. Así que Margie se fue a ver a Carl. Carl estaba en su casa, y Margie se sentó y le dijo:

-Este tío iba a llevarme a la terraza de un café, íbamos a beber algo de vino y a hablar, sólo beber vino y hablar, nada más, pero en en camino este tío se encontró a otro tío con un abrigo de cuero, y el tío del abrigo de cuero le enseñó sus tetas al otro tío y ahora este tío se ha ido a follar con el tío del abrigo de cuero, así que me quedé sin mesa, sin vino y sin charla.

-No puedo escribir nada -dijo Carl-. He perdido la inspiración.

Entonces se levantó y se fue al baño, cerró la puerta, y se puso a cagar. Carl echaba cuatro o cinco cagadas al día. No tenía otra cosa que hacer. Se bañaba cuatro o cinco veces al día. No tenía otra cosa que hacer. Se emborrachaba por la misma razón. Margie oyó el ruido de la cadena del retrete. Carl salió.

-Ocurre simplemente que un hombre no puede escribir ocho horas al día. Ni siquiera puede escribir todos los días, ni todas las semanas. Agota su mente, es una desesperación fija. Ahora no puedo hacer otra cosa que esperar. Carl se fue hacia el frigorífico y salió con un paquete de seis cervezas. Abrió un botellín.

-Soy el escritor más grande del mundo -dijo-. ¿Sabes lo difícil que resulta?

Margie no contestó.

-Puedo sentir cómo el dolor se arrastra por todo mi ser. Igual que una segunda piel. Me gustaría poder cambiar de piel como las serpientes.
-Bueno, ¿por qué no te revuelcas en la alfombra y tratas de desprendértela?
-Escucha -preguntó él-. ¿Dónde te conocí?
-En la tienda de legumbres de Barney.
-Bueno, eso lo explica un poco. Tómate una cerveza.

Carl abrió una botella y se la pasó.

-Ya -dijo Margie-, ya sé. Necesitas tu soledad. Necesitas estar solo. Excepto cuando necesitas algo, excepto cuando cortamos de una vez y entonces te sientes perdido y en seguida te pones a llamar por teléfono diciéndome que me necesitas, que te estás muriendo de la resaca. Eres débil y te rajas rápido.
-Sí, me debilito rápido.
-Y eres tan estúpido conmigo, nunca te pones caliente. Vosotros los escritores sois tan... delicados... No podéis soportar a la gente. La humanidad hiede, ¿cierto?
-Cierto.
-Pero cada vez que cortamos empiezas a dar fiestas gigantescas de cuatro días. Y de repente te vuelves ingenioso. ¡Empiezas a hablar! De repente estás lleno de vida, hablando, bailando, cantando. Bailas en la mesita de café, lanzas botellas por la ventana, interpretas fragmentos de Shakespeare. De repente estás vivo, cuando yo me voy. ¡Oh, me han contado cosas acerca de esto!
-No me gustan las fiestas. Me disgusta especialmente la gente en las fiestas.
-Pues para ser un tío al que no le gustan las fiestas, celebras unas cuantas.
-Escucha, Margie, no entiendes. Ya no puedo escribir. Estoy acabado. En algún lugar torcí el rumbo. En algún lugar morí en medio de la noche.
-De la única manera en que te vas a morir es de una de tus monumentales resacas.
-Jeffers dijo que incluso los hombre más fuertes pueden quedar atrapados.
-¿Quién fue Jeffers?
-Fue el tío que convirtió el Gran Sur en una trampa para turistas.
-¿Qué vas a hacer esta noche?
-Iba a irme a escuchar las canciones de Rachmaminoff.
-¿Quién es ese?
-Un ruso muerto.
-Mírate. Te quedas ahí sentado como un idiota.
-Estoy esperando. Algunos tíos aguardan dos años. A veces la inspiración no vuelve nunca.
-Supón que no te vuelve nunca.
-Entonces me pondría mis zapatos y bajaría andando por Main Street.
-¿Por qué no te buscas un trabajo decente?
-No hay ningún trabajo decente. Si un escritor abandona la creación, está muerto.
-¡Oh, vamos, Carl! Hay millones de personas en el mundo que no trabajan en la creación. ¿Quieres decir que están muertas?
-Sí.
-¿Y tú tienes alma? ¿Eres de los pocos con alma?
-Podría decirse que sí.
-¡Podría decirse que sí! ¡Tú y tu miserable maquinita de escribir! ¡Tú y tus cheques enanos! ¡Mi abuela gana más dinero que tú!

Carl abrió otra botella de cerveza.

-¡Cerveza! ¡Cerveza! ¡Tú y tu condenada cerveza! Está presente incluso en tus historias: «Marty cogió su cerveza. Al levantar su mirada, vio a una magnífica rubia entrar en el bar y sentarse a su lado...» Tienes razón. Estás acabado. Te material es limitado, muy limitado. No puedes escribir una historia de amor, ni siquiera puedes escribir una decente historia de amor.
-Tienes razón, Margie.
-Si un hombre no puede escribir una historia de amor, es un inútil.
-¿Cuántas has escrito tú?
-Yo no pretendo ser escritora.
-Pero -dijo Carl-, pareces tomar una pose de estúpido crítico literario.

Margie se fue pronto después de eso. Carl se sentó y bebió el resto de las cervezas. Era verdad, la literatura le había abandonado. Esto haría felices a sus enemigos de las catacumbas. Podrían subir un jodido escalón. La muerte les complacía, tanto a subterráneos como a escritores con éxito. Recordaba a Endicott, sentado allí y diciendo: «Bueno, Hemingway se fue, Dos Passos se fue, Patchen se fue, Pound se fue, Berryman se tiró desde un puente, todos muertos... Las cosas cada vez están mejor y mejor y mejor». Sonó el teléfono. Carl lo cogió.

-¿Señor Gantling?
-¿Sí? -contestó.
-Quisiéramos saber si a usted le gustaría venir a dar una lectura en el Fairmont College.
-Bueno, sí. ¿Para qué fecha?
-El treinta del mes próximo.
-No creo tener nada que hacer para entonces.
-Nuestra paga usual son cien dólares.
-Me suelen dar ciento cincuenta. Ginsberg cobra mil.
-Pero es Ginsberg. Sólo podemos ofrecerle cien dólares.
-De acuerdo.
-Muy bien, señor Gantling. Le mandaremos los detalles.
-Qué me dice del viaje? Son varias horas de carretera.
-De acuerdo, veinticinco dólares por el viaje.
-O.K.
-¿Le gustaría hablar a los estudiantes en sus clases?
-No.
-Hay un almuerzo gratis.
-Entonces sí.
-Muy bien señor Gantling, estaremos por el campus esperándole.
-Adiós.

Carl dio una vueltas por la habitación. Miró la máquina de escribir. Puso una cuartilla de papel en el rodillo, se asomó a la ventana y vio pasar a una chica con una minifalda increíblemente corta. Empezó a escribir. «Margie iba a salir con este tío pero en el camino este tío se encontró con otro tío vestido con un abrigo de cuero y el tío del abrigo de cuero abrió el abrigo de cuero y le enseñó al otro tío sus tetas y el otro tío se dirigió a Margie y le dijo que no podía mantener su cita porque el tío del abrigo de cuero le había enseñado sus tetas...»
Carl cogió su cerveza. Era agradable volver a escribir de nuevo.


No puedes escribir una historia de amor
Charles Bukowski

domingo, 12 de julio de 2009

CCLXXIX: Ser lo que somos

Somos los artistas del eufemismo invisible; de la pasión engayolada en su más bella expresión. Somos la laringe irritada del grito liberatario. Los malsonantes alaridos en afonía que imploran otro mundo posible. Somos los ojos fijos frente al espejo interrogante, yuxtaposición de insoslayables verdades frente al sinsabor de los recuerdos y el desvarío. Somos los traidores del orden divino, la herejía vil de los corazones sangrantes. Somos tantos, sin saber que somos. Somos los segundos salteados, las líneas no escritas, el advenimiento de los sueños cumplidos. Somos el puente a un nuevo reino. Somos tus latidos, tu motor. Tu futuro.

sábado, 11 de julio de 2009

CCLXXVIII: Patch, sweet home.

All of life is a coming home. Salesmen, secretaries, coal miners, beekeepers, sword swallowers, all of us. All the restless hearts of the world, all trying to find a way home. It's hard to describe what I felt like then. Picture yourself walking for days in the driving snow; you don't even know you're walking in circles. The heaviness of your legs in the drifts, your shouts disappearing into the wind. How small you can feel, and how far away home can be.

Home. The dictionary defines it as both a place of origin and a goal or destination. And the storm? The storm was all in my mind. Or as the poet Dante put it: "In the middle of the journey of my life, I found myself in a dark wood, for I had lost the right path." Eventually I would find the right path, but in the most unlikely place.

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Todo en la vida es una vuelta al hogar. Para vendedores, secretarios, mineros, apicultores, tragasables, para todos. Todas las almas intranquilas del mundo buscan volver al hogar. Es difícil explicar cómo me sentía. Imagínense que llevan días caminando bajo una tormenta de nieve, sin saber que van caminando en círculos. La pesadumbre de las piernas bajo la nevada, los gritos ahogándose en el viento. Imagínense qué insignificantes pueden sentirse, qué lejos puede estar el hogar.

Hogar. El diccionario lo define ambiguamente como lugar de origen y como meta, destino. ¿Y la tormenta? La tormenta rugió siempre en mi mente. O como dijo el poeta Dante: "En el medio de la vida me hallé en una selva oscura. Había equivocado la ruta". Eventualmente volvería a encontrar el camino correcto, y en el lugar más inverosímil.

viernes, 10 de julio de 2009

CCLXXVII: Jorge Luis Borges

Ausencia

Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

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El amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el
áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena
amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de
mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por
las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz,
la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

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Amorosa Anticipación

Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios
serán favor tan misterioso
como mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige,
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes.
Arrojado a quietud,
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré por vez primera, quizá
como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo,
sin el amor, sin mí.

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Nota al márgen: Siempre me han resultado mágicas las trilogías, razón por la que opto por quedarme aquí. O tal vez tome la posta la acción de mentirse a uno mismo, para poder poner punto final en este camino sin retorno que son los viajes al inframundo de un gran literato. Y no digo poeta, porque la poesía es profesión de quien la sienta en la yema de sus dedos, en la entraña revuelta. Poesía es no rendirse, entregarse entero al infinito de la variabilidad y no darse por vencido ni aún vencido. Poesía es la convergencia de los grises del pasado con la esperanza venidera, esperando tras la puerta que en un acto de valentía, giremos el picaporte y nos aventuremos a descubrirla. Tres escritos, una sensación. Una página manchada con el café de las noches solas. El deseo de sentirla cerca, da luz a una persistencia terca e inútil. A una terquedad inclaudicable.

CCLXXVI: Mariposa en llamas


“Ya no hay distancia que te trabe. Vas volando y como encantado, hasta que al fin, de luz deseoso, ardes mariposa en la llama.”

Gracias Toli.

jueves, 9 de julio de 2009

CCLXXV: La traición de Wendy

Aquel néctar sutil del desdén que he ingerido involuntariamente en historias pasadas, enfermó a mi ser del virus de la ausencia y disipó lentamente cada una de mis ilusiones. Sabiéndome siempre marginado de historias fantásticas, hoy me siento el niño perdido agonizante ante la traición de Wendy y sus miedos. Débil y hermosa Wendy que abandonó la dulce utopía de existir, para zambullirse por completo en la reiteración de su pasado, en los musts de su historia pre-escrita. El sol negro que encandiló mi ventanal una tibia noche de octubre, hoy se esconde tras los edificios de una ciudad aletargada por el olvido. Aún así, Peter eligió seguir visitándola para oír sus cuentos, para seguir siendo los eternos niños perdidos del Parnaso. Quizás obvió que la traición de aquella que olvidó y eligió sobre el cimiento lodoso de la subordinación al tiempo y los corazones oscuros, no atentaba contra sí mismo, sino contra el amor en el que siempre habían confiado.

miércoles, 8 de julio de 2009

CCLXXIV: Un destello de felicidad



El mundo es una pesadilla
y yo he sido tan feliz.
El mundo se derrumba y gira
pido disculpas por vivir.

Ya lo sé, no soy un héroe,
no soy el más valiente de los que te amaron,
no soy tu estrella
ni el tipo que disfruta tus pecados.

No pido excusas ni perdón
salvar tu vida o redención,
solo busco un trozo de verdad.
Un destello de felicidad.

Bebí del ron de la nostalgia,
dulce verano de diciembre.
Suena tu risa en el contestador,
dulce delirio adolescente.

Ya lo sé, no traigo nada,
no traigo solución, no traigo paz.
Sueño con olas que empujen
nuestras vidas hasta el mar.

En un banco del parque hallé
la llave que cierra el Edén
donde el tiempo riega tu rosal.
Un destello de felicidad.

Ya lo sé, no traigo nada,
sólo una luz que me quema en el pecho
¿Nunca has pensado en huir al sur
para empezar de nuevo?

Perdido en San Telmo soñé
que te encontraba igual que ayer
ilmuninando mi ventanal.
Un destello de felicidad.

El mundo es una pesadilla
y yo he sido tan feliz.
El mundo se derrumba y gira
pido disculpas por vivir.

Un destello de felicidad
Ismael Serrano

martes, 7 de julio de 2009

CCLXXIII: Multiple choice

¿Quién habrá marchitado tantas primaveras? 
¿Dónde duermen los responsables del genocidio invisible? 
¿Qué habrá sido de los sitios donde elegimos amarnos, del elíxir de las vidas pasadas?
¿Qué fue de mí y de las caricias que nos regalamos sobre la arena libre que un verano, el destino se dignó a regalarnos?
¿Cuántas historias paralelas y finitas de jugar a sentirse Dios y morir antes de tiempo?
¿Quién cicatrizará mis heridas? 
¿Quién será encargada de imaginar por las noches las más bellas historias, para despedirme en un sueño apacible que hoy no quiero recordar? 
¿Cuántas veces más me veré preguntándome sobre los acontecimientos pasados?
¿Cuántas preguntas más podrían formularse sobre el porvenir?
¿Por qué no posar las pupilas de mi incertidumbre sobre el carril del mañana?

Quizás será porque las respuestas suelen ser siempre menos esperanzadoras.
Quizás porque ame inconscientemente la incertidumbre y no quiera conocer.
Quizás porque, hastiado, me apoye sobre un hombro ausente que me esquiva, y me estrella contra la acera.

CCLXXII: No existes

Acecha la sensación de clavarse un puñal ajeno y por momentos, metafórico. Sólo por momentos. Será por mi afán de querer cambiar la historia y los roles. Cambio, inminente y eterno cambio. Hacia atrás y hacia adelante. No quiero sentirme de ningún modo en especial, porque intrínsecamente, no me siento. Quiero sentir y en consecuencia, elegir. Guerra infinita entre el debo y el siento, entre el siento y el quiero, entre el quiero y el puedo. Puedo, pero no debo, no quiero, no siento. Y si no siento, no soy. Y si no soy, no existo. 

CCLXXI: Le petit et noir prince...

Una entrada hurtada de un blog amigo...


El principito también se vistió de negro. También dudó y se cansó de tener que cuidar cada día de su insignificante pero hermosa vida, de la rosa que a fin de cuentas era la que le daba sentido para seguir explorando el universo y limpiando su asteroide de los baobabs y los volcanes. Se habrá cansado de ver el horizonte, y al venir a la tierra y ver que había tantas otras flores iguales a la suya, volvió a ponerse el trajecito azul y rojo, porque supo que era única en el mundo... Habría parecidas, habría calcadas copias, pero ninguna como esa, que con tanto amor había protegido de todos los males... Pero hubo un tiempo en que para aprehender a cuidarla, tuvo que dejarla sola e irse a la tierra. Lo mágico es que aprehendió y dejó su vida por el amor, que a fin de cuentas es dejar de estar tan solos...

"Sois bellas, pero estáis vacías -les dijo todavía-. No se puede morir por vosotras."

CCLXX: La herencia perdida

La lengua se adapta a la fuerza. El habla portuaria la arrincona contra la pared y la obliga a enunciar superfluos “vos”, sobre la magia azul y desgarrada de un tuteo abandonado. A veces quisiera simplemente tutearte. Las estrellas mueven los hilos de nuestros días, en la interpretación más bella de los principios constantes, de los finales eternos. Sobre vuestros párpados cansados, suele sosegar su alma el ángel de la incertidumbre, deslizando en su sueño el bautismo infinito de sus penas inmaculadas. Anímate a susurrar a su oído la estrofa ausente de la despedida, la alquimia de los cuerpos y el capítulo último de una biografía temprana.

lunes, 6 de julio de 2009

CCLXIX: El virus del dolor

¿Sabés? El dolor no siempre se hace palpable, evidente. El maldito suele esconderse entre sensaciones diversas, bien profundo, y carcome desde adentro las entrañas del amanecer que cada mañana intentamos vislumbrar. Aguardando pacientes pero expectantes el cese del fuego interno, socavamos acciones cotidianas de crecer y aterrizamos en el boicot inconsciente de incumplir nuestro sueño divino de aprender a volar. Palabras de aliento, palabras vacías y sin amor. Cascabeles que se alejan. Princesas encandilan húmedas pupilas con vestidos blancos de amargura, como nunca hubiese concebido. Sin Hallelujah que cantar, ni altares por soñar. Quizás también amores oxidados de incomprensión. Las gaviotas vuelan bajo una vez mas, con la fé escindida de su intrínseca pulsión de saberse vivas. Y entre tanto, la ciudad implosiona sus incesantes cataclismos sin protagonistas ni espectadores que lo perciban. Todos están demasiado ocupados viviendo sus ausentes vidas, como para darse cuenta que siquiera queda ya un polo que imante la brújula de sus destinos. Dejame al menos leerte entre líneas, eterno intruso, irreverente y vil, que jamás has de sembrar en mí la semilla de la esperanza o la valentía. Siquiera para golpearme la cabeza contra la vida una vez más. Dejame leerte, desnudándote de pecado ante mis ojos y enseñándome qué mastica mi hastío, cuando la eterna línea de instantes vividos parece converger con la pachamama. Pero la parábola asíntota de la inmortalidad, clama piedad y reza que esta vez, lejos de importar ya el cuento de vencedores y vencidos, reste al menos un alma que sea encargada de escribir la historia.

domingo, 5 de julio de 2009

CCLXVIII: "Que tu voz tape este estruendo..."



No te dejará dormir este estrépito infinito
que intenta llenar los días de tinieblas y enemigos.
Una estruendosa jauría se empeña en hacer callar
las preguntas, los matices, el murmullo de ojalás.

Ruido de patriotas que se envuelven en banderas,
confunden la patria con la sordidez de sus cavernas.
Ruido de conversos que, caídos del caballo,
siembran su rencor perseguidos por sus pecados.

Si se callase el ruido
oirías la lluvia caer
limpiando la ciudad de espectros,
te oiría hablar en sueños
y abriría las ventanas.
Si se callase el ruido
quizá podríamos hablar
y soplar sobre las heridas,
quizás entenderías
que nos queda la esperanza.


Ruido de iluminados, gritan desde sus hogueras
que trae el fin del mundo la luz de la diferencia.
Ruido de inquisidores, nos hablan de libertades
agrietando con sus gritos su barniz de tolerantes.

Nunca pisa la batalla tanto ruido de guerreros,
traen de sus almenas la paz de los cementerios.
Háblame de tus abrazos, de nuestro amor imperfecto,
de la luz de tu utopía, que tu voz tape este estruendo.


Si se callase el ruido
oirías la lluvia caer
limpiando la ciudad de espectros,
te oiría hablar en sueños
y abriría las ventanas.
Si se callase el ruido
quizá podríamos hablar
y soplar sobre las heridas,
quizás entenderías
que nos queda la esperanza...

viernes, 3 de julio de 2009

CCLXVII: ¡Porco Rex!

La emergencia sanitaria parece haber revolucionado el amor a la vida que parecemos tener tan abandonado, nosotros los argentinos. Asombra la timidez de nuestro olfato, escudriñando con temor y desde abajo del heróico barbijo, todo el desenfreno exterior; el mundo de la pandemia voraz. A pesar de todo, la situación me alegra particularmente. Me resulta lúdico y hasta reconfortante vernos tan altruistas con el alcohol en gel a la orden del día, escuchar de los empresarios cerrando las oficinas y ordenándole a sus empleados tomarse esas tan merecidas vacaciones de invierno, y por oposición, reconocer el activismo de la UBA, luchando por la continuidad constante de la educación pública -peste lo que cueste-. De este modo, las consecuencias de la pandemia subyacen la paranoia existencial generalizada, engayolando nuestras miserias y extasiando nuestros días de amor y compromiso solidario. 

Vale aclarar, el pseudo-optimismo, puede en ocasiones tomar la forma de irónica oposición ante la efervescencia de la ineptitud gobernante.

CCLXVI: Del Príncipe a la Rayuela

"Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos..."
Julio Cortázar
Rayuela